Quien se pusiera a analizar
-verdaderamente- la similitud entre una mujer adulta y un bebé recién nacido,
notaría de manera llamativa las muchas diferencias que hay entre los dos
sujetos. Notaría diferencias desproporcionadas en el tamaño, tal vez en su
sexo, en su capacidad intelectiva, en sus fuerzas, etc. Y sin embargo, ¿Cómo
tener la certeza de la evidente relación que guardan si a simple viste son
distintos? Sencillo, por el origen. Resulta una gran herramienta conocer el ¿De dónde viene? para poder conocer mejor
el ¿Qué es? El conocer que los bebes
vienen de las mujeres, que se originan en ellas, es un primer punto de partida
para conocer mejor qué son, que características
posee el bebe como sus accidentes, entender el porqué heredó los mismos ojos de
la madre, o su color de pelo; pero sobretodo puedo intuir una relación mucho
más profunda que guardan ambos: su naturaleza.
Algo
muy similar se le cruzó por la cabeza a Marco Tulio Cicerón cuando realizaba su
planteamiento sobre cómo conocer mejor al derecho. Si es que el origen del
derecho se encontraba sólo en la ley, entonces quedaba la puerta abierta para
hacer ley el arbitrio de las personas -o de la mayoría- y convertir eso en
derecho. Entonces yo pudiera crear leyes que me permitan matar
indiscriminadamente, robar, violar... pero ¿verdaderamente eso es derecho? ¿No
se supone que el derecho me debe llevar a la justicia? Con mucho ímpetu,
legalizar cualquiera de esas injusticias (robo, violación...) clamaría a los
cielos, pues bueno o malo no es lo que la ley me diga sino lo que en la
realidad sea. Cicerón afirma que "En
cuanto al derecho fundamental, tomémosle de aquella ley suprema, que ha nacido
para todos los siglos antes de que existiese ninguna ley escrita, antes de que
se fundase ninguna ciudad" porque reconoce que la justicia trasciende
a la escrituralidad de las leyes, es algo que va más allá, y que rige a todos
los hombres. No se puede entender a la justicia sin derecho, entonces para
entender -verdaderamente- sobre el
derecho debemos remontarnos a sus orígenes, al mismo hombre.
¿Pero
en qué parte del hombre debemos buscar el derecho? Si es que Cicerón está en lo
correcto y es evidente que sobre el Derecho hay algo que debe permanecer -pues
si su fin es hacer justicia, o la haces o no- quiere decir que debemos buscar
el derecho en el hombre en tanto y en cuanto a su permanencia, es decir en lo
que no cambia del hombre: su naturaleza. Solo entendiendo el derecho, en la
naturaleza humana, podemos encontrar que no es otra cosa que la recta razón
en cuanto manda o prohíbe; porque en la naturaleza humana está el
discernimiento de lo bueno y de lo malo, de lo justo y de lo injusto.
Trascendiendo mas allá de la escritura, de las leyes o de cualquier otra cosa y
por eso se entiende que el derecho tiene un principal fundamento: la dignidad
humana.
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