¿Por qué?

Después de leer las memorias de Alejandro Llano, un filósofo español, en su libro "Olor A Yerba Seca", redescubrí mis propias memorias, y de alguna manera también desperté de un profundo sueño en el que me había sumido y creo que todos tenemos a veces que volver a "despertar".

Y al oler nuestras propias yerbas secas, recordaremos quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos...

martes, 17 de febrero de 2015

¿Perdedores o Ganadores?


        Siempre consideré como poco prácticas las carreras en las que no producías un montón de dinero. Es decir, ¿Por qué alguien estudiaría Ontología? Yo sé, que los entes son los que pagan... pero no van a pagar porque les explique la diferencia de su acto de ser y su existencia. Si es que ellos pagan, es porque les gané un juicio, vendí sus propiedades o los curé de sus enfermedades. A veces siento que este mundo nos prepara tanto para ser "excelentes profesionales", pero no nos habla de ser felices. Asumen que la felicidad está implícita ¿En verdad lo está? Nunca voy a olvidar una anécdota que me contó un profesor de filosofía, cuando trataba de explicar la "locura" en la que se había metido por seguir una rama tan poco práctica. 

        Cierto hombre de ciencia llegaba a su casa cansado del trabajo... Muchas veces había contemplado desde su ventana la paz serena de las aguas en el mar vecino. Era para él una tentación dar un paseo y adentrarse entre las olas. Ese día decidió darse un poco de descanso. En el embarcadero, alquiló un bote y se dispuso a penetrar en el mar. Era media tarde. Como distracción entabló conversación con el rústico barquero. Dime, preguntó de pronto:- ¿sabes matemáticas? El hombre se quedó desconcertado ante la pregunta inaudita, y contestó: -¿qué es eso señor? -¿cómo? ¿no sabes siquiera que son las matemáticas? Y trató como pudo hacerse entender. Al final de la explicación dijo: -¡qué lástima! Has perdido un cuarto de tu vida. El buen marinero asintió tranquilamente. De nuevo otra pregunta: -¿y geografía? ¿tampoco sabes qué es la geografía? ¡pero qué hombre! Tras larga explicación acabó como antes: -has perdido otro cuarto de tu vida. -¿Algo si habrás leído de literatura, aunque sea de la barata? Preguntó de nuevo el culto personaje. ¡pues nada!

        Admirado de la ignorancia que reinaba en nuestros días, pensó si no sería cuestión de hacer un largo informe al Ministerio de Educación Pública sobre las trágicas consecuencias que pueden venir al brillante siglo XXI en el caso de permanecer en la ignorancia las masas populares. ¡Por supuesto al barquero se le habían acabado los cuartos de vida!

        La tarde empezó espléndida, pero poco a poco se fue cubriendo de nubes. Alejados del puerto, tal vez demasiado, y viendo el marinero que el mar presentaba malos síntomas, le dijo a su sabio acompañante: -señor, conviene regresar. Así lo hicieron. Pero las aguas cada vez golpeaban con más firmeza la endeble embarcación; algo de agua había entrado, se logró sacar. De pronto, un golpetazo hizo rodar a nuestros hombres; el ojo perspicaz del experimentado marinero descubrió una pequeña raja en la popa; rápidamente midió la distancia del puerto por las luces y, dirigiéndose al sabio dijo: -¿sabe usted nadar? -Jamás tuve tiempo, contestó el otro. Entonces con la mayor serenidad que pudo, dijo el hombre rústico: -lo siento de verdad, me temo que ha perdido toda su vida.


        "¡Es simplemente una anécdota! Por su puesto que es excelente saber matemáticas, geografía, llevar una fábrica, montar un buen negocio... pero si en esta tierra de paso queremos ser realistas, y no perder el tiempo definitivamente, conviene saber algo más sobre el alma y la eternidad.. no vaya a suceder que la barca haga agua y sea imposible llegar a la orilla", con esas palabras me despertó mi querido profesor, y me hizo tomar un bando: perder o ganar. Perder la vida, sin haber logrado darle un sentido o ganar una vida donde compagine lo temporal y lo eterno. Creo que la segunda opción es la única que permite una agradable muerte, ya lo dijo Da Vinci "Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte." ...y tú ¿en qué lado estás?






*Eternamente agradecido a mi profesor el Dr. Reig Satorres

domingo, 1 de febrero de 2015

Des-conectarnos


Suena a todo volumen, los decibelios están a reventar... Un vaso en mi mano de cerveza helada, a medio tomar, me quita la sed mientras aspiro profundamente y siento como el tabaco llega hasta mis pulmones, es una sensación única. Exhalo. Pero es de noche, no distingo bien los rostros y el exceso de maquillaje en las personas me puede engañar, ya me ha pasado varias veces. Siento el ambiente muy cargado, no sé si será por todo el olor a tabaco y marihuana concentrado, o por la masa de gente. Miro a mis amigos con cara de desconcierto y ellos intentan adoctrinarme como si fuera un indio de los que Colón encontró en América. "Qué!?, nunca has venido? Pues bueno, siempre hay una primera vez. Esto es un rave." La verdad es bastante confuso, por un lado hay una masa de gente saltando al unísono de los beats, también hay quiénes no saben ni donde están parados, tienen los ojos rojos y la mirada dispersa, "solo están trippeando". Me acerco a una chica que está de espaldas, tiene el pelo rubio -o por lo menos eso parece- ¿Cómo saber con certeza si hasta su pelo es natural? Intento sonreír y le pregunto si quiere bailar. Me mira con cara de imbécil. Si, dejo la ambigüedad porque no sé quién era la persona imbécil en ese momento."Esto se baila sólo." fue su única respuesta. 

Personalmente no tengo nada contra la música electrónica, house, o cualquier estilo. Creo que en gustos y colores no opinan los doctores. Pero si hay algo en lo que estoy en contra: la deshumanización. Nuevamente siento la voz de mi amigo, junto con un fuerte olor a vodka, "Oye man, anda a zapatear por ahí." Creo que fue en ese momento cuando sentí lo absurdo que era todo aquello. Aquel panorama me recordaba a ratas de laboratorio recibiendo descargas eléctricas, ratas experimentales que ni si quiera son conscientes de estar drogadas para ser probadas. Por lo menos aquellas no lo hacen voluntariamente. Cuando me pongo a pensar sobre el "progreso" al que caminamos, constantemente viene a mi cabeza ese rave. Cada uno estaba conectado con su música muy profundamente, por lo menos eso parecía, (o puede que me hayan engañado el LSD) y en cada movimiento parecían ir a un viaje muy lejano. Quizás estaban viviendo sus sueños, o extasiándose en sensaciones nuevas, el efecto de las luces láser puede ser muy profundo. 

Es cierto que a veces todos necesitamos espacios para estar solos. Pero qué pasa cuando todo el tiempo estamos queriendo conectarnos con el mi: mi música, mi descanso, mi película, mi serie. Sábato ya lo predijo: "Es apremiante reconocer los espacios de encuentro que nos quiten de ser una multitud masificada mirando aisladamente la televisión. Lo paradójico es que a través de esa pantalla parecemos estar conectados con el mundo entero, cuando en verdad nos arranca la posibilidad de convivir humanamente, y lo que es tan grave como esto, nos predispone a la abulia. Irónicamente he dicho en muchas entrevistas que “la televisión es el opio del pueblo”, modificando la famosa frase de Marx. Pero lo creo, uno va quedando aletargado delante de la pantalla, y aunque no encuentre nada de lo que busca lo mismo se queda ahí, incapaz de levantarse y hacer algo bueno." Recordando ese rave, me preguntaba: ¿Hacia dónde estamos progresando? 

Sinceramente si eso es progreso, prefiero vivir a la antigua. Prefiero esos encuentros -no con mi solitario yo- sino con otras personas. Acaso hay algo más humano que sentir la cálida mano de otra persona, de girarla suavemente y sin darte cuenta chocar con su mirada. Hundirte en sus ojos, descubrir que esa persona también tiene sueños, metas, ilusiones. Hacer algún paso gracioso para conquistar una sonrisa, descubrir el magnífico aroma de manzanilla al rozar su pelo mientras tomas su mano y pareces elevarte sobre los demás, sintiendo que las almas de ambos pueden volar. Concuerdo con Sábato cuando dice que toda vez que nos hemos perdido un encuentro humano algo quedó atrofiado en nosotros, o quebrado. Muchas veces somos incapaces de un genuino encuentro porque sólo reconocemos a los otros en la medida que definen nuestro ser y nuestro modo de sentir, o que nos son propicios a nuestros proyectos. 

Quien se crea identificado para formar parte de la resistencia, de no convertirse en masa sino en reconquistar a la humanidad, no debe olvidar que si quiere cambiar este "progreso", debe comenzar cambiando por uno mismo. Aprendamos a dejar a un lado los celulares, a apagar la laptop, a cerrar Netflix, a apagar la música, y descubrir quién está a nuestro alrededor, para que podamos verdaderamente progresar. No hay nada más humano, que desvivirse por otro ser humano. No desaprovechemos esas ocasiones de encuentros, de reír, de contemplar, de abrazar, de escuchar. Pues en la medida que seamos más humanos, seremos más divinos.